Otto René Castillo
Pequeña patria mía, dulce tormenta, un litoral de amor elevan mis pupilas y la garganta se me llena de silvestre alegría cuando digo patria, obrero, golondrina. Es que tengo mil años de amanecer agonizando y acostarme cadáver sobre tu nombre inmenso, flotante sobreo todos los alientos libertarios, Guatemala, diciendo patria mía, pequeña campesina. Ay, Guatemala, cuando digo tu nombre retorno a la vida. Me levanto del llanto a buscar tu sonrisa. Subo las letras del alfabeto hasta la A que desemboca al viento llena de alegría y vuelvo a contemplarte como eres, una raíz creciendo hacia la luz humana con toda la presión del pueblo en las espaldas. Desgraciados los traidores, madre patria, desgraciados! Ellos conocerán la muerte de la muerte hasta la muerte! ¿Por qué nacieron hijos tan viles de madre cariñosa? Así es la vida de los pueblo, amarga y dulce, pero su lucha lo resuelve todo humanamente. Por ello patria, van a nacerte madrugadas, cuando el hombre revise luminosamente su pasado. Por ello patria, cuando digo tu nombre se rebela mi grito y el viento se escapa de ser viento. Los ríos se salen de su curso meditando y vienen en manifestación para abrazarte. Los mares conjugan en sus olas y horizontes tu nombre herido de palabras azules, limpio, para lavarte hasta el grito acantilado del pueblo, donde nadan los peces con aletas de auroras. La lucha del hombre te redime en la vida. Patria, pequeña, hombre y tierra y libertad cargando la esperanza por los caminos del alba. Eres la antigua madre del dolor y el sufrimiento. La que marcha con un niño de maíz entre los brazos. La que inventa huracanes de amor y cerezales y se da redonda sobre la faz del mundo para que todos amen un poco de su nombre: un pedazo brutal de sus montañas o la heroica mano de sus hijos guerrilleros. Pequeña patria, dulce tormenta mía, canto ubicado en mi garganta desde los siglos del maíz rebelde: tengo mil años de llevar tu nombre como un pequeño corazón futuro cuyas alas comienzan a abrirse a la mañana. Colaboración sugerida por Gustavo Noriega |
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