Gerardo Guinea Diez
Sean para Antonio Camargo
estas negaciones
I
No son los días sino sus entrañas
lo que flota en este río de crímenes,
dispuestos en su miseria a ocultar
lo que la hartura nombra casualidad.
No son los días sino los hombres,
con su gran ojo sin alma,
todo escombros ellos,
los que imaginan un lienzo irreal
con una dulzura obvia y un aire torvo.
No son los días sino su pesadumbre
la que arde en llamas,
sin cenizas que la sofoquen,
sin esa hosquedad de un rebaño de piedras,
sin entrañas,
que nos han dejado sin la luz del consuelo.
No son los días sino su historia
la que se abate como un ángel ebrio,
con aliento espeso y mala fiebre
a decirnos del pasado y un final
sin perdón ni piedad.
No son los días sino las palabras,
las que dan continuidad a un brillo gris
que suspende el tiempo en su luz ahogada,
apenas, en el rostro de una virgen aterida,
ayer niña,
más sueños que vida,
echada sobre su dolor sembrado,
ante una eternidad sorda y cobarde.
II
No pesa el miedo,
es voz helada
y muertos que no están en su sitio.
No huele el miedo,
es luto sucio
y huérfanos que tantean su animal.
No es cuerpo el miedo
sino pena sola
bajo el pájaro de la noche.
No es vida el miedo
sino muerte lejos de sí
entre dedos que rezan cuando.
No es vino negro el miedo,
es perro sin pestañas
y una mano más vieja que la otra.
No sabe el miedo,
es beso frío
y una locura sin nunca.
No es ruina el miedo,
es la caducidad del suburbio
con sus hojas sucias y viejas.
No es histrión el miedo,
es un soplo de muerte
en el fango y un rocío de sangre.
Fragmento del libro Negaciones
Premio Nacional de Literatura 2009
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