Poesía guatemalteca
José Luis Villatoro


Ayer pasó Dios
por mi puerta
-y me miró a los ojos
(nunca lo había visto
de aquel modo
inquisitivo)

Hizo que repitiera
el nombre
que llevo entre los labios

-Era tu nombre
amor
-Vida
-y se puso alegre
-y me tocó la frente
con sus dedos nudosos.


 CASA DONDE VIVO
En todos los cielos te encuentro
-y en el agua
te veo en los caminos
y en la lluvia
-en la hoja que cae
y en el vapor que se levanta
-en la nube que se va deshilando
sobre la montaña
-en la hierba
-en la corteza de algún árbol
todo lo que dije antes
lo dije por ti
-y lo que diré desde ahora
lo diré por ti
verte de nuevo no es reencontrarte
-es cerrar el círculo de angustia
para romperlo en todos los pedazos
-tu nombre es todo lo que miro y todo lo que siento
si pudiera tocarte
como en la última distancia
-palparía mi propia piel
mis palabras y mis ideas
y si volviera al lugar donde te conocí
-llegaría a la casa donde vivo
y a la tierra donde he de quedarme.


 EXORCISMO
En los ojos
llevas un pez muerto
-un pez nocturno-
y un pájaro disecado.
Ha de ser por miedo
-el miedo a la libertad de expresión
que padecen los analfabetos.
Pero ayer te exorcisaron
y te dieron permiso
para otros menesteres
-gracias señores
buhoneros de la verdad-
así que ahora llevas
con entera libertad tu pez
y tu pájaro entre los ojos
-ya eres salvo.


 LA PALABRA IMPOSIBLE
Cuando uno muere
-pueden morir dos o más-
pienso
que la última imposible palabra
queda prendida entre los dientes.
Al cabo de los días
se descompone y se licúa
-la palabra-
y discurriendo por la tierra
se convierte en savia
y luego en hoja
o flor
Y eso es lo que me gusta:
hoja
o flor.


 EL ENCANTO DE LA CLASE MEDIA
La clase media
se para en la esquina
con sus pancartas
fetiches
y pudores.

Propongo que le subamos el voltaje
a los ojos de los cuervos
-cada uno queme su efigie
en el altar familiar
del día lunes-.
La clase media
tiene blancos los ojos
y sólo mira
desde el ojo de la llave
-sus trapos limpios,
lavados en casa,
y sus zapatos brillantes
son sus melancólicas señales.
No veo que se escape
de tan amaestrada
-para ella inventaron
los perritos pequineses,
la inflación
y la paternidad responsable.


 CUANDO VENGAS
Entras.
Te sientas.
Cruzas las piernas.
Y los ojos se me caen
como moneditas falsas, tintineando.
La próxima vez que vengas
me quedaré en la puerta,
estático,
viendo el sol
que se desliza por la calle,
mientras tú te sientas,
cruzas las piernas
y lanzas tus dardos
a vibrar sobre mis ojos.


 VOLVER
Volveré a mi tierra.
Volveré. Pondré mi frente entre sus manos.
El calor del surco
entrará en mis ojos hasta el alma.
No rehusaré su calle ni su puerta.
No rogaré que me ame,
porque su corazón me ha esperado
por años y nieblas.
Siempreviva
No soy su hijo pródigo
ni tengo de qué arrepentirme.
Es mi pueblo y yo soy su estambre,
su recuerdo que regresa,
su pequeña hoja voladora,
su mata de salvia en la calleja.
Pondré junto a sus sienes
un árbol de canciones
he de vivir para este acatamiento
que venero en la distancia.

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